Ellos tocaban en la programación principal, y nosotros, Babilonia, íbamos a cerrar la jornada en la trasnoche con todo el ritual piojoso. El lugar estaba lleno, la gente vibraba, y desde temprano se sentía que iba a ser una noche especial. La emoción venía en alza mientras el público coreaba cada tema y el espíritu del rock nacional flotaba en el ambiente como una brasa encendida.

Cuando terminó el show de La Franela, y antes de nuestra presentación, nos cruzamos en los camarines con Piti Fernández, una figura clave del rock nacional. Fue un encuentro breve, pero cargado de significado. Nos saludamos, compartimos unas palabras y nos sacamos una foto que hasta el día de hoy guarda un recuerdo imborrable. Más que una imagen, fue un cruce de caminos, una especie de guiño del destino que nos recordó por qué hacemos lo que hacemos.

Ese momento, justo antes de salir a escena, fue pura inspiración. Ver a uno de nuestros referentes tan cerca, con esa simpleza y esa historia a cuestas, nos llenó de fuerza. Salimos a tocar con el corazón en llamas, sintiendo que éramos parte de algo más grande, de una tradición musical que nos atraviesa y nos une.

Esa noche no fue una más. Fue una de esas donde la música une, los sueños se mezclan con el escenario, y los ídolos bajan a compartir el mismo pasillo.

En la foto de izquierda a derecha: Alejandro Luna, Piti Fernandez, Claudio Wood, Patricio Wood y Martín Munutti.